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Te sugerimos un recorrido para que captes la esencia de la capital alemana a través de los espacios que representan mejor la cultura y la historia del país

La capital de Alemania es una de las grandes ciudades europeas, una de las que hay que ver como sea al menos una vez en la vida, y de las que no se puede conocer del todo en una visita. Pero hay una serie de monumentos y espacios icónicos que te permitirán saborear las esencias de Berlín, desde la época imperial hasta las cenizas del nazismo, pasando por la recreación del escenario más legendario de la guerra fría.

Te presentamos 5 lugares emblemáticos de la ciudad del oso, un paseo por lo más destacado de una urbe que exhibe con orgullo severas cicatrices de la historia. Son la famosa puerta de Brandemburgo, el tesoro cultural de la isla de los museos, el sobrecogedor monumento a los judíos de Europa, el imponente mirador de la Fernsehturm (la torre de la televisión), y la East Side Gallery o lo que queda del muro que representó la división de un país y del mundo.

1. La puerta de Brandemburgo

Es un símbolo berlinés como lo es la torre Eiffel de París, pero destaca más por su importancia que por su majestuosidad. Atravesarla es un ritual imprescindible para dejarse imbuir por la historia. Tiene más de dos siglos de historia y se convirtió en un símbolo porque estaba en la divisoria de la Alemania capitalista y la comunista, del mundo occidental y del oriental, de dos formas de organizarse y convivir que eran tan irreconciliables que decidieron separarse físicamente por un muro que delimitaba el Berlín que había quedado bajo la influencia soviética tras el fin de la segunda guerra mundial.

La puerta de Brandemburgo pertenecía entonces a la zona restringida, de ninguna de las dos partes, y no se podía acceder a ella, y ahora, de libre paso, es la imagen de la unidad y la paz de Alemania. Aunque parezca un arco de triunfo, su origen no tiene nada de militar y sí que habla del ascenso de la burguesía prusiana, que financió su construcción para rematar uno de los extremos de la gran avenida de los Tilos, la gran arteria urbana que refleja la grandeza arquitectónica de Berlín. El pórtico monumental fue encargado por el rey Federico Guillermo II en 1788, es de estilo neoclásico y está coronado por la célebre escultura de la cuadriga Victoria, realizada por Johann Gottfried Schadow, tan bonita que Napoléon se la llevó a Francia tras su conquista, pero que por suerte fue devuelta años más tarde. 

A la columnata de la Brandenburger Tor (su nombre en alemán) se llega desde la parte occidental por el inmenso parque Tiergarten, que deja a la vista el Bundestag, el parlamento federal, rehabilitado con la cúpula de Norman Foster, y enlaza con la Pariser Platz y la avenida de los Tilos. Y, como habrás podido adivinar, es uno de los lugares favoritos de Berlín para tomarse una selfie.

Mitte, distrito gubernamental, Puerta de Brandenburgo, © visitBerlin / foto: Umbral de Dagmar

2. La isla de los museos

La arbolada avenida de los Tilos tiene que figurar en cualquier itinerario turístico de Berlín. Desde la Puerta de Brandenburgo, el gran bulevar berlinés conduce hacia una isla que queda rodeada por el río Spree y el canal del mismo nombre, pasando por delante de edificios insignes como la Universidad Humboldt, la Ópera, el Museo de Historia de Alemania o la Bebelplatz, famosa por ser el lugar donde el régimen de Hitler hacía quemas públicas de libros. 

Una vez atraviesas el canal, ya estás en la Isla de los Museos, que consta de cinco espacios de exhibición que son auténticas joyas arquitectónicas, con predominio del estilo neoclásico. Todo el conjunto ha sido reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco y con merecimiento pues se puede hacer un recorrido por el arte de la antigüedad al vanguardismo. La lástima es que el más famoso de todos los recintos, el Museo de Pérgamo, que muestra la pasión arqueológica y la facilidad de expolio de muchos exploradores alemanes, está cerrado por obras de remodelación hasta el 2027.  Así que aún habrá que esperar un tiempo para admirar el portal de Ishtar de la antigua Babilonia y el Altar de Pérgamo, de la Grecia clásica.

Sin embargo, no faltan motivos para visitar la Isla de los Museos. Los otros cuatro recintos destacados son:

  • Altes Museum: dedicado al arte antiguo con un acceso que intenta copiar la grandeza del Panteón romano. Construido por Karld Friedrich Schinkel, alberga colecciones de antigüedades.
  • Neues Museum: el ‘museo nuevo’, que destaca, sin embargo, por colecciones del antiguo Egipto, del museo del Papiro, y de la época prehistórica. Fue casi destruido en la segunda guerra mundial y por eso tiene un ‘aspecto’ más reciente.
  • Alte Nationalgalerie o Galería Nacional: acoge grandes obras de los maestros del impresionismo francés y de los principales pintores románticos alemanes como Friedrich o Schinkel.
  • Museo Bode: en una punta de la isla, está dedicado al arte religioso con colecciones importantes de la época bizantina, y de esculturas del Renacimiento y del Barroco

Información práctica:

  • Entradas Isla de los Museos Berlin: Aquí
Antigua Galería Nacional en la Isla de los Museos- © visitBerlin /foto: Wolfgang Scholvien

3. La torre de la televisión

Es otro de los símbolos más reconocibles de Berlín por su forma de obelisco atravesado por una esfera de acero y por tratarse del edificio más alto de Alemania. La Fernsehturm fue construida por el régimen comunista en 1969 y tal vez sea el legado más icónico del sector oriental. Se ubica en la conocida Alexanderplatz, a la que se llega atravesando el río Spree desde la Isla de los Museos y continuando por una gran avenida. Como su nombre indica era una torre de comunicaciones necesaria en la época de expansión de la televisión. Para los visitantes, lo más interesante es el mirador a 203 metros de altura -se sube en ascensor, claro- y el restaurante giratorio en el piso superior que permite disfrutar de una comida mientras se goza de unas vistas incomparables de Berlín y sus alrededores.

Información práctica:

  • Entradas a la torres de la televisión: Aquí
Reloj mundial y torre de televisión en Alexanderplatz- © visitBerlin/ foto: Wolfgang Scholvien

4. Los restos del muro de Berlín

El fin de los regímenes comunistas del este de Europa tuvo su imagen más universal en la caída del muro de Berlín, la valla de cemento y hormigón que había separado a la ciudad desde su construcción en 1961. La explosión popular que supuso el fin del muro ocurrió el 9 de noviembre de 1989 y desde entonces Europa ya no fue la misma. La muralla gris fue pintada por artistas llegados de todo el mundo y reconvertida en una galería de arte al aire libre pero el tiempo pasa y los vestigios de la construcción ya no son tan numerosos. 

  • East Side Gallery. el sector del muro mejor conservado, a orillas del río Spree. Todavía se pueden visitar pinturas originales o restauradas en el 2009 a lo largo de 1,3 kilómetros. Por supuesto, es donde hay que acudir para hacerse fotos y cumplir con las redes sociales
  • Memorial del Muro en Berliner Strasse. Emotivo y sobrio, ideal para darse cuenta de la sordidez de la barrera que simbolizó el telón de acero. Y para entender el mundo gris que acabó desmoronándose.
  • Checkpoint Charlie. No quedan trozos de muro, pero para los amantes de las novelas de espías y de los episodios más tensos de la guerra fría todavía se mantiene en pie una réplica del famoso punto de cruce entre los sectores oriental y occidental. Para revivir eso que se veía en las películas de “You’re leaving the American Sector”.

Información práctica:

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5. El memorial del Holocausto

Oficialmente se llama Memorial a los Judíos Asesinados en Europa, pero en Alemania se le conoce como el memorial del Holocausto y, desde que fue inaugurado en 2005, se trata del mayor homenaje del país contra las víctimas de la barbarie nazi. Fue diseñado por el arquitecto neoyorquino Peter Eisenman y consiste en un laberinto de 2711 estelas en una explanada muy cerca de la Puerta de Brandenburgo.

Era muy difícil concebir y construir un monumento que hiciera justicia al horror que sufrió el pueblo judío pero lo cierto es que el resultado es magnífico. El paseo es una experiencia introspectiva que invita a la reflexión y sumerge al visitante en la desorientación y el horror que provocó la Alemania nazi. Las estelas están esparcidas a diferentes alturas, algunas parecen lápidas y otras emergen como muros de un laberinto sin mucho sentido. Estremecedor y una experiencia infaltable si se visita Berlín.

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Conclusión

Berlín ha vivido siempre en las encrucijadas de la historia de Europa, ya fuera como actor o verdugo. De la época prusiana al imperio del káiser Guillermo y la locura nazi, la capital de Alemania muestra al visitante su capacidad de cambiar y revivir a través de cinco lugares de alto simbolismo que no se deben pasar por alto si se viaja a la capital de Alemania.